martes, 12 de agosto de 2014

Entrevista a Enrique Santos: un artista de los lentes y los sonidos


Enrique Santos Mazal es un compositor mexicano creador de obras solistas, de cámara y sinfónicas, muchas de las cuales han sido interpretadas por excelentes artistas en varios países, como su Obertura Simón Bolívar estrenada por la Orquesta Sinfónica de Riga en Moscú; sus Conciertos para Guitarra y para Clavecín y Orquesta de Vientos fueron ejecutados por la American Wind Symphony Orchestra en varias ciudades de Estados Unidos y Europa, y editados por Ediciones Peters; su música de cámara fue grabada por el Ensamble Quercus en un álbum íntegro dedicado a su producción; y sus piezas para piano grabadas por Aurelio León y María Teresa Frenk, entre otros pianistas que las han integrado a su repertorio.

Enrique Santos también es un óptico, un especialista en los fenómenos de la luz, maestro de más de 40 generaciones de médicos oftalmólogos del Centro Médico y de la Asociación para Evitar la Ceguera  (APEC); autor del libro de texto Apuntes para el Curso de Óptica Oftálmica y Fisiológica y dueño de una óptica desde hace 50 años.

Y, por si lo anterior no fuera suficientemente admirable, Enrique Santos es un hombre de 84 años, activo y productivo, vive al lado de su esposa Eva, con quien se casó a los 21, y juntos han visto crecer una familia que cuenta con hijos, nietos y hasta una pequeña bisnieta. Esa idea limitadora de que “no se puede todo en la vida” fue descartada por este hombre de ciencia que se permitió crear arte, por este artista que vive bien de un negocio propio y que ha tenido una vida larga y especialmente plena.

Tuve la fortuna de entrevistar a Enrique y a Eva, de ser recibida en su hogar y de escuchar su historia. Dicen que por los frutos se reconoce a los árboles, además de los encomiables frutos que esta pareja ha cosechado, en su calidez y trato amable se nota su grandeza humana. La entrevista fue larga, a continuación transcribo solo algunos fragmentos de la misma unidos de aquí y de allá alrededor de cuatro temas: el surgimiento de sus dos vocaciones, su formación con Rodolfo Halffter, cómo es su proceso creativo y cómo compagina sus dos profesiones.

¿Cómo surgieron las dos vocaciones?
Las 2 vocaciones vienen de mi familia, mi abuelito era compositor de la corte del Sultán Hamid al final del siglo XIX y principios del XX, después se acabó la monarquía en Turquía, entró la república y él dejó de escribir para el Sultán. (…) Y lo de óptico, la otra parte de mi familia han sido ópticos desde tiempos inmemoriales. (…) Me fui a estudiar a EUA, era yo muy travieso y me mandaron allá a estudiar y me gustó la cuestión de la ingeniería y entonces entré en el Tecnológico de Massachusetts (MIT) [A mi regreso] me acerqué a mi papá y a mi hermano mayor que tenían una óptica, en aquel tiempo era una óptica pequeña. Y allí me encontré con que los conocimientos que había sobre óptica en México estaban un poco bajos, así que me dediqué a traer libros y a estudiar estas cosas y a formar una base de un texto para poder conocer mejor la optometría. De allí algunas personas escucharon este asunto y me fueron pidiendo que les diera clases y así poco a poquito acabé dando clases de esto y escribiendo el libro de texto que hasta la fecha sigue siendo el que se utiliza en la escuela de Oftalmología.

Formación musical con Rodolfo Halffter
Después de que ya estaba yo en la cuestión óptica, ya matrimoniado y con hijos y todo, sentí la añoranza por la parte musical. En aquel tiempo era director del Conservatorio Nacional el maestro Joaquín Amparán, que había sido mi maestro de piano, fui a visitarlo y le dije:
-Yo quiero acercarme a la cuestión de la composición que la he tenido lejos. Ya tengo treinta y tantos años- le advertí.
-No le hace, te vamos a inscribir al solfeo y te vamos a inscribir con el maestro Rodolfo Halffter.
Y como yo ya le llevaba estas composiciones [Halffter] me dijo: -está bien, sí tienes lo necesario, me vas a hacer favor de ir al Conservatorio a mis clases de Análisis Musical-.  (…) Entonces comencé a asistir con el maestro Halffter a las 8 de la mañana y después me iba a la clase de solfeo con la maestra Eloísa [Ruíz vda. de Baqueiro]. Era pintoresco porque yo de treinta y tantos años y mis compañeros eran puros de 10 y 12 años. (…)  Iba en la mañana y después me iba a la óptica (…) Para todo había lugar, la composición era en la noche más o menos de las 10 pm a las 2 am aproximadamente.

De allí me acerqué con el maestro Halffter, era un compositor y un maestro muy bueno. Él seguía el sistema de Schönberg pero no el sistema serial, sino el sistema de enseñanza de Schönberg que consistía en analizar las sonatas de Beethoven, las obras de Bach, las fugas, etc. Y de acuerdo con el análisis te decía: -esto es lo que hicieron estas gentes, ahora a ver qué haces tú.

El maestro Halffter nada más nos dio análisis musical. En mi preparación para ingeniero aprendí una cosa que me ha sido valiosísima: me enseñó a aprender de los libros. Entonces lo que hice fue comprarme el del Orquestación de Rimski-Kórsakov, el de Walter Piston y el de Berlioz, me puse a leer todos esos libros.

Halffter siempre nos decía: -no escriban las cosas para hacerlas imposibles, bastante difícil es hacer que se las toquen. (…) Ese consejo que nos dio: “no inventar dificultades inútiles” es muy importante. (…) Si estás haciendo una obra, todos los días escribe aunque sea un compás para que estés en contacto con ella, eso le hace a uno que tenga la música en la cabeza.

Su proceso creativo
Primero tengo que tener una idea de qué es lo que voy a componer: si es una sonata, un concierto o qué cosa voy a componer y de acuerdo con eso me siento en el piano e improviso cosas allí (…) hasta que encuentro lo que el maestro Halffter llamaba “la idea generadora”, como un tema, pero la idea generadora es más bien la estructura de un tema, un tema está compuesto de varios elementos que se desprenden de la idea generadora y de lo que se trata es de ir expandiendo todos esos elementos.

Yo escribo directamente en tinta (…) voy escribiendo y lo que ya dejo escrito ya está bien, ya no tengo que estarle corrigiendo y cuando llego al final de una obra es cuando terminó. (…) Ya que terminé ese movimiento lo vuelvo a leer, ahora sí todo parejito, tocándolo si es posible y entonces sí, puedo encontrar alguna cosa, corregir aquí o corregir allá y pero prácticamente cuando llega uno al final del movimiento ya debe de estar hecho,  ya nada más es corregir pequeños detallitos.

Yo me sigo con una sola obra, siempre. [A veces] la dejo uno o dos días y le digo a mi señora: -ya me atoré, ya no sé para dónde.  Siempre me dice: –Espérate,  yo ya sé que al rato se te va a ocurrir algo. Y efectivamente, aunque esté uno trabajando, midiendo anteojos o lo que sea, dentro va el asunto y después de ese cocimiento, puede ser que en la tarde ya tiene uno lo que debe de seguir.

¿Cómo vive sus dos profesiones?
Yo normalmente entre semana me despierto al cuarto para las 5 y salgo a dar una vuelta por el jardín (…) Nos vamos de aquí a nuestro trabajo, comenzamos a las 8 la consulta con nuestros clientes y a la 1 de la tarde nos regresamos. Primero comemos, hacemos una siesta, escuchamos alguna cosita de Mozart, alguna cosa buena, y luego más tardecito como a las 6 ya me pongo a escribir música, escribo nada más 1 o 2 horas, no más de eso.

¿Le pasa que mientras está en la óptica se le vengan ideas musicales y corra a apuntarlas?
Sí me pasa pero no lo apunto, muy rara vez tengo que apuntarlo, generalmente lo que hago es guardarlo en la cabeza y seguirle dando vueltas para que cuando llegue yo aquí en la tarde la tenga más alambicada.

Al preguntarle sobre el cansancio de componer después de una jornada de trabajo respondió:
Pero es una cosa distinta ¿ve? Así se hace, el descanso real es cambiar de actividad, no es estar allí de vago.

¿Encuentra tanta satisfacción en el trabajo de la óptica como en la música?
Exactamente, y satisfacción con mi familia. Luego otra cosa que me da mucha satisfacción es hacer mi jardín (…) Ya cumplimos 50 años dedicados a la óptica, tenemos una clientela muy especial, amistosa, es como nuestro momento social.  Mi señora ha sido colaboradora [en la óptica], mi apoyo fundamental en la vida para todo: para la óptica, para la música, para la familia, para todo.


[Versión original del artículo publicado en la Revista Cultural Alternativas en Agosto de 2014]