viernes, 1 de noviembre de 2013

Denuncias cantadas


Las canciones que tienen como tema el maltrato a la mujer ya pueden ser vistas como un género musical, una especie de canción de protesta, en donde se denuncia el abuso machista. A través del rap, el rock, el pop, el flamenco o de un cantautor con su guitarra se grita melodiosamente que golpear, violar, humillar o cualquier forma de violencia de género es algo que esta mal y que debe acabar.

Este género musical engloba creaciones de hombres y mujeres de todo el mundo que narran los estragos del machismo desde diferentes perspectivas y que son un reflejo de una sociedad que esta diciendo con música que es mentira que esta violencia “seguirá este orden porque Dios así lo quiso, porque Dios también es hombre…” (Corazones rojos, Los Prisioneros); que ninguna mujer debe justificar ser violentada porque  “son cosas de familia, esas cosas pasan y es verdad que a veces soy un poco bocazas” (Al final del cuento de hadas, Chojin y Lydia); y que el perdón y la esperanza son autodestructivos cuando están dentro un ciclo de violencia doméstica porque “sabes que volverá a hacerlo, les has dado ya muchas oportunidades y siempre vuelve a lo mismo” (Abre tu mente, Merche).

Algunas de estas canciones ponen el fenómeno en perspectiva cultural, tomando en cuenta la educación que recibe la mujer como Caperucita de Ismael Serrano, una de las mejores,  o El machismo mata del joven chileno Boyrap en donde se manifiesta cómo se naturaliza esta violencia porque las niñas crecen viendo cómo sus madres la padecen.  En la mayoría se hace una referencia expresa al consumo del alcohol como un disparador de la violencia de género.

Hay piezas  que narran los diferentes  momentos por los que pasa una mujer que vive este proceso que va de la impotencia hasta la liberación. En Manos al aire Nelly Furtado toca el tema de la violencia verbal: “hablando en alta voz, hieres mi corazón” y de la impotencia ante ella “no tengo armas para enfrentarte y yo pongo mis manos al aire, solo me importa amarte en cuerpo y alma como era y es. Tu que perdiste el control y te dejaste llevar por la inseguridad”. Otro ejemplo de esta fase está en El amargo del pomelo de Nacho Cano “golpe a golpe aprendo a callar que por la boca enredo las cosas, no tengo huevos de marchar”. Pasión Vega canta sobre otra fase, aquella en que la mujer  se arma de valor y decide poner fin a esa relación, huir incluso para salvar su vida. “María se fue una mañana, sin decir nada, María ya no tiene miedo, María empieza de nuevo” (María se bebe las calles).

Otro grupo de canciones son advertencias de los testigos cercanos, como Salir corriendo de Amaral: “Cuántas gotas tienes que dejar caer para ver la marea crecer ¿cuántas lagrimas puedes guardar en tu vaso de cristal. Si tienes miedo, si estas sufriendo tienes que gritar y salir corriendo...”.  Las hay que tocan la venganza, como Malo de Bebe, y entonan una confrontación catártica “Malo, malo, malo eres, no se daña a quien se quiere (…) y del morao de mis mejillas saldrá el valor para cobrarme las heridas…”  o Nanai de La Mala Rodríguez.

Las canciones son espejos sonoros de una sociedad que ha dejado de creer que la mujer debe ser un ser dependiente condenado a soportar maltratos físicos o emocionales, y que también ha dejado de creer que un hombre tiene derecho de violentar para ser poderoso y respetado. Ahora creemos que la violencia es resultado de la impotencia, de no tener mejores recursos para solucionar los problemas, que un hombre abusivo es un hombre impotente;  y que es, como diría Paquita la del Barrio, una “rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho, infrahumano, espectro del infierno, maldita sabandija, cuánto daño has hecho, alimaña, culebra ponzoñosa, desecho de la vida, te odio y de desprecio…” (Rata de dos patas).

[Versión original a la publicada en la Revista Cultural Alternativas en Noviembre de 2013]

jueves, 10 de octubre de 2013

Goran Bregovic desde el caldero




“Mi música es diversa porque es natural y humana. No es natural para un hombre caminar en una sola dirección”
Goran Bregovic

Bregovic dice que sus discos huelen a cocina gitana, eso me remite al fogón alrededor del cual la familia se reúne y humaniza, donde se canta mientras se rebana y desde donde se percibe el sonido de los metales desafinados, o para no ser “orquestacentrista”, afinados según otros criterios culturales, bastante afines, por cierto, a los de las bandas de viento mexicanas.

Para ilustrar la diversidad de su producción pongamos sobre la mesa Kalasnjikov, emblemática canción de la película Underground; Lullaby, compuesta para La Reina Margot; la serie Tales I a VI que vienen en el álbum Tales and Songs from Weddings and Funerals y Karmen (Con un final feliz) que es su propia versión de la ópera Carmen de Georges Bizet. Al escuchar esta selección encontraremos diferentes influencias culturales, desde luego la romaní y el rock, pero también música árabe, popular occidental, tango, clásica y ópera. En algunos casos fusionada y en otros dispuesta de forma más pura.

Su proceso creativo –descrito en reciente entrevista- es libre, ronda por la belleza del rock and roll o cualquier melodía que emane de su mente y permite que vaya por el camino que le parezca más natural.  Un día compone algo muy simple y después lo lleva hacia algo más complejo, después le da un giro completamente infantil y finalmente busca que sea congruente con la imagen de sí mismo.

Apuesto que esta forma lúdica de construcción, arraigada en la música más cercana al hogar y no en criterios arbitrarios de técnica de conservatorio –a donde sí asistió durante su juventud- es la responsable de que sus obras nos parezcan tan sensuales, familiares, y que muchas de ellas nos produzcan una irrefrenable necesidad de brincar por la naturalidad rítmica con la que transcurren.

No debemos pensar en Goran Bregovic únicamente como el autor de esa divertida fusión de música de los Balcanes y rock. Es un hombre complejo, capaz de componer, interpretar y actuar. Heredero de una cultura enriquecida por la mezcla de las religiones católica, ortodoxa, musulmana y judía; así como de personas del centro de Europa, húngaros, gitanos, árabes, judíos, croatas, serbios y bosnios que viven en Sarajevo, su ciudad natal.

La riqueza rítmica, tímbrica y melódica de su música es resultado de la asimilación de esas vertientes culturales y de su buena disposición para cocinarnos música nueva con sabor a garbanzo y azafrán.

[Versión original de la publicada en la Revista Cultural Alternativas del mes de Octubre de 2013]




















sábado, 5 de octubre de 2013

Reseña del concierto de Lila Downs y La Misteriosa, 4 de Octubre en León, Guanajuato


Lila Downs, anfitriona.

  
Ayer 4 de Octubre en el Domo de la Feria de León Lila Downs nos ofreció un banquete, como buena oaxaqueña comenzó con un Mezcalito y ese vozarrón que nos invitó a brindar con el pensamiento y una gotita lluvia de calor.  Después de honrar a Marco Antonio Solís, pa´ abrir boca trajo a la mesa Los Pollos con arroz;  luego animó a la concurrencia interpretando La Bamba y Nayla. Una selección de botanita de La Cantina fue nutriendo nuestro placer: La cama de piedra, Pa´ todo el año, Tu recuerdo y yo; cuando llegó a Fallaste Corazón ni siquiera el público cantando “maldiiiiiito corazón” a todo pulmón pudo opacar su voz.

El primer tiempo fue un bufet de fusiones interesantes y bien logradas por La Misteriosa, su banda acompañante: jazz con canción tradicional zapoteca en La Martiniana;  el son y la música electrónica en La Madrugada; de José Alfredo Jiménez no podía faltar: Vámonos, en donde una trompeta jazzera se dio un encontronazo con un acordeón norteño;  además, una curiosa mezcla de vallenato y norteña,  de santito y líder revolucionario con Zapata se queda.

Haciendo una pausa antes del siguiente tiempo, Lila  cantó Cucurrucucú Paloma, batiendo su rebozo emplumado con la alegría de una niña que juega a ser ave. Luego, para que nos quedara clara la autoría del plato fuerte, salió a cantar la Cumbia del Mole con todo y delantal floreado, en lugar de chuparnos los dedos, bailamos.

Al final de los guateques lo que más pesa es la cruz, será  por eso que nos cantó Cruz de olvido con ánimo de que nos aplacáramos. De postre sirvió Xochipitzahua y unas gorditas de oro tierno de maíz con Palomo del comalito.

A pesar de que nuestra anfitriona dejó claro que ya había cerrado la cocina, la hicimos salir un par de veces y generosamente nos cantó Un poco más de Álvaro Carrillo; el Corrido de Tacha la Teibolera; y terminó el festín guitarra en mano entonando  Paloma negra,  dejándonos sin aliento al tratar de seguirla en la parraaaaaaaaaaanda.




lunes, 9 de septiembre de 2013

Lila Downs, voz poesía



Dice Octavio Paz que la poesía revela este mundo y crea otro, que es de naturaleza revolucionaria, así también el canto de Lila Downs. Cada canción que produce con su Misteriosa banda acompañante logra lo que Paz atribuye a la poesía: el arte de hablar en una forma superior el lenguaje primitivo.

En una entrevista dijo que ella y La Misteriosa “hacen folclor”, creo que más que eso: rehacen nuestra identidad; recrean melodías tradicionales oaxaqueñas o rancheras con tanta originalidad que nos llevan a una ignota tierra natal. Mientras que las  piezas nuevas, de su autoría, son un espejo donde aparece otra imagen, una estilizada, del que se asoma. Sea que cante Yuni Yuco Ninu o Black Magic Woman, en todas sus canciones hay una extraña forma de encontrar lo familiar. Como la mayoría de las bandas actuales, buscan fusionar elementos de diversos lugares y géneros musicales, sus hallazgos son creativos y generosos.

La voz cantante, entraña de esta oferta musical, es poderosa. Su registro amplio: de los agudos en Xochipitzahua a los graves de Minimum Wage hay una distancia considerable. Versátil e histriónica, se convierte en la voz nasal de una mujer de la costa chica o en el vozarrón ronco de una diva ranchera. Pareciera que Fallaste corazón, Yo ya me voy o Pobre Changuita fueran cantadas por distintas personas. A sus capacidades técnicas, en donde notamos esa formación operística que tuvo, hay que sumarle una expresividad extraordinaria: después de escucharla somos otros, nos conmueve. Por si fuera poco, esta voz está dominada por una clara intención musical.

Su trabajo me remite a este poema náhuatl, traducido por Miguel León Portilla:

“El verdadero artista todo lo saca de su corazón;
obra con deleite, hace las cosas con calma y con tiento”.

“Compone cantos, los crea,
los forja, los engarza.
El buen cantor, de voz educada,
recta, limpia es su voz,
sus palabras firmes
como redondas columnas de piedra.
Agudo de ingenio,
todo lo guarda en su corazón.
de todo se acuerda, nada se le olvida”.


En su música hay inteligencia sonora, por eso es interesante, siempre presenta algo que mantiene nuestra atención, si escuchamos todo su repertorio encontraremos riqueza y una forma divertida de jugar con los elementos de la música. Su voz enmascarada se introduce impregnando cada célula y poniéndola a bailar, en esa danza “adquirimos conciencia de ser algo más que tránsito” como está escrito en El Arco y la Lira.


[Versión original de la publicada en la Revista Cultural Alternativas del mes de Septiembre de 2013]